Relatos de un Asesino Capítulo 2: “Las primeras gotas de sangre”

  Lo siguiente que supe fue que traía un coraje enorme, no supe como había dejado ir una oportunidad doble tan grande, castigar a ese pendejo que me puso un apodo que toda la vida he arrastrado y además de eso probar mis nuevos juguetes. Tenía que hacer algo, tenía que…  tenía que probar y castigar, si, eso es, tenía que probar mis nuevos juguetes, probarme que no era un pendejo del que cualquiera pudiera burlarse, probar que tenía los suficientes huevos como para hacer algo grande por primera vez y si, castigar a todos los que me habían hecho daño. No era nadie para hacerlo, pero eso lo podía cambiar solamente yo.
  Caminé por horas intentando planear quien sería mi primer víctima, pensando en las técnicas que usaría, pensando en todo lo que debía hacer. Después de una horas, decidí sentarme, y saqué el paquete en el que venía mi nuevo juguetito. Después de mirarlo por mucho tiempo decidí abrirlo. Decidí no sacar nada más que el instructivo, ya que por obvias razones el sacar algo de este paquete, podía estar cometiendo algún tipo de delito.
  Me pasé horas leyendo el instructivo de uso de mi nuevo juguete, analicé todo lo que decía, aprendí el cuidado, cada cuando debían afilarse los instrumentos, como limpiarlos después de cortar carne fresca, como agarrar cada pieza para impactar con más fuerza, etc. Después de leer todo esto, decidí que debía practicar antes de empezar a usar mis juguetes nuevos. No fue fácil, pasé varias semanas tratando de buscar el lugar perfecto para practicar, Intenté como carnicero, pero no era el tipo de juguete que tenía, además de que no me sentía muy veloz al agarrar ese tipo de cuchillos. Mi siguiente intento fue como cocinero, fue mucho picar y cortar en cuadros o trozos pequeños. Fue bueno, pero no fue lo que quería, necesitaba algo que me pidiera fuerza, algo donde pudiera aprender a usar mis juguetes nuevos y definitivamente estos no eran los lugares.
  Después de meditar un poco dudando sobre si debería seguir o no con la idea de venganza dentro de mí, un amigo llegó pidiéndome ayuda, al parecer en su lugar de trabajo necesitaban alguien que les ayudara, no tenía nada que hacer, así que ni siquiera pregunté de que se trataba y acepté, solo me dijo que estuviera listo, que pasaría por mí en cuanto saliera el Sol y que llevara ropa que pudiera ensuciar y no me importara tirar después.
  El sol salió y yo ya estaba listo, decidí llevar una pequeña navaja conmigo por si se presentaba alguien que me hiciera sacarla o algún fantasma del pasado. Luis, mi amigo, llegó por mí, en cuanto salió el sol. Nunca le pregunté a donde nos dirigíamos, subimos a un camión, nos bajamos después de una hora de recorrido. Nunca había estado por esos lugares, era una especie de zona industrial, se notaba que las personas que vivían cerca eran de bajos recursos y muchos de ellos trabajan en la fábricas del lugar. Después de caminar un poco entre varias calles que perdían siempre su forma en algún momento, llegamos a una bodega.
  Al llegar, Luis tocó la puerta, se asomó alguien por una pequeña rejilla y solo al verlo abrió la puerta, cuando me vio le preguntó – “¿Es este el muchacho que viene a ayudar? – Luis simplemente asentó con la cabeza. - “Espero que esta vez sea el tipo de persona que necesitamos, la última que trajiste soportó solo un par de  minutos dentro y después salió gritando y vomitando. “ – El sujeto con aire de mal viviente se me quedó viendo y me señaló un cuarto. Inmediatamente dijo: – “Allí te pones el uniforme, después de eso sigue a tu amigo, ah, por cierto, cualquier cosa que traigas debes dejarla en su locker, a menos que sean herramientas. ¿Entendido? “ -  Asenté con la cabeza y avancé.
  Después de ponerme el uniforme, el cual era un babero enorme, dejé mi mochila en el locker de mi amigo y caminé tras él. Nos detuvimos enfrente de una puerta y me dijo: - “Pepe, te voy a pedir de favor que al abrir esa puerta, si no te gusta lo que ves, por favor al menos termina el día, de esto depende mi trabajo, ¿Crees poder hacerlo? Eres uno de los pocos amigos que tengo y no te lo pediría si no necesitara realmente de tu ayuda.” – Asenté con la cabeza y le dije: – “ Sabes que puedes confiar en mí. “ -
  Luis avanzó y abrió la puerta, me señaló una pequeña navaja, la tomé y avanzamos. Estábamos caminando entre animales, vacas, cerdos, toros. Había muchos, era como un criadero. Seguimos caminando y llegamos a otra puerta, la cruzamos y el criadero se transformó en un rastro. Por un momento quedé en shock, no lo podía creer, miraba a todos lados y había gente matando animales. Animales que en un momento ponían resistencia. Nunca lo pedí, nunca lo pensé, sin embargo estaba enfrente de algo que llevaba meses buscando y había llegado a mí sin siquiera pedirlo. A veces pienso que quizá derramé un par de lágrimas por eso.
  Luis me hizo una seña para ir con él y me dijo, - “Puedo entender si no quieres regresar después del día de hoy, te tocará matar un par de reces hoy, debes tener cuidado, no es fácil y con la resistencia que ponen, seguro se te dificultará un poco. Quédate conmigo y trata de aprender un par de cosas de las que veas que hago.”- Me quedé con él y después de ver como mató a dos reces, decidí que la siguiente era mía. Lo quité de su asiento y lo hice.
Sabía que hacerlo estando parado no era lo más recomendable, sin embargo lo hice, atravesé al animal con la navaja que me habían dado, había notado los puntos en los que cortaba mi amigo, hice esos cortes y un par más, era hermoso lo que sentía, la navaja resbalaba como si fuera mantequilla, la resistencia que oponían era muy fuerte, sin embargo era algo que me ayudaba a disfrutar lo que hacía. Esa sensación de poder no la había sentido nunca, era muy fuerte, nada de lo que había vivido antes de ese momento me había hecho sentir tan vivo. Terminé con mi primer res y decidí salir a fumar un cigarro, medio limpié mis manos en el babero y salí a fumar, al terminar me di cuenta que era el lugar que estaba buscando, no necesitaba nada más, allí podía ejercitar mi fuerza e ir aprendiendo como matar de un solo navajazo, así como aprender la mejor forma para torturar a un ser vivo, a fin de cuentas los nervios de una res quizá no están acomodados tan distinto en un humano. Decidí regresar, camino a mi lugar de trabajo, me di cuenta que había dejado un pequeño rastro de sangre en donde había fumado. Verla encendió mi mirada y me hizo sonreír.
  Al final del día, todo fue genial, terminé matando siete reces y cada que me acercaban una, buscaba formas distintas de matarlas, y cada vez la satisfacción que obtenía era mayor. Fue la primera vez que derramé sangre matando algo, y me di cuenta de algo, mi entrenamiento había empezado.


*Ilustración web tomada del Flickr de De todos los colores.

0 comentarios: