“El 2 de Octubre no se olvida”

  Él es Joaquín, tiene 8 años de edad y estudia el segundo grado de primaria, va un año atrasado porque a los 7 años su mamá enfermó y tuvo que salir de la escuela para trabajar y ayudar en su casa. Su papá falleció cuando él tenía 4, así que no recuerda mucho de él. Lo único que recuerda es esa sensación cálida de estar junto a él, siempre que se sentía mal, cerraba los ojos, se concentraba y recordaba esa sensación.
  El día de hoy Joaquín recibió una tarea que casi le saca las lágrimas, le encomendaron hacer una biografía de su papá. En un principio él pensó en dejar el salón y retirarse a llorar, pero pensó, “Es una buena forma de conocer a lo que se dedicaba mi papá”, así que cuando recibía esa asignación, asentó con la cabeza después de un tiempo de pensarlo, se dirigió a la biblioteca por un libro y empezó a leer un poco sobre aquellos tiempos en que su papá era joven para tratar de crear una imagen falsa sobre él.
  Su padre, según cuenta su mamá, había tenido una juventud bastante divertida, le había tocado vivirla en los tiempos de los hippies, y él, había sido uno. Joaquín llegó a las páginas de ese libro de historia en las que se describía como había sido el movimiento hippie. Se sorprendió al ver que tomaban sustancias raras y no legales, de igual forma se sorprendió al ver que vivían en comunas y no solo aprobaban, sino también fomentaban la unión libre.
  Pasó por información de festivales de rock, frases como “Haz el amor y no la guerra” e incluso se sorprendió al ver que la música que representaba rebeldía en ese momento era música que el consideraba ahora para “viejitos”, Cesar Costa, Enrique Guzmán, entre otros.
  Joaquín seguía recorriendo esas páginas y seguía maravillándose de todo lo que su papá pudo haber vivido. De repente su vista se detuvo, él se quedó totalmente paralizado y salieron un par de lágrimas que fueron recorriendo su cara. Enseguida uno de los encargados de la biblioteca se acercó y le dijo: “¿Qué es lo que pasa?”, Joaquín le contestó: “Él es mi papá”. Y soltó en llanto.
  El encargado quedó sorprendido, lo que tenía enfrente de él era la imagen de un señor arrodillado y encañonado por gente del ejército. Joaquín estaba en la parte de la historia que cualquier alborotador usa para manipular a la gente, el movimiento del 68.
  Joaquín salió corriendo y llorando, llegó a su casa y su mamá lo notó preocupado, le preguntó qué era lo que tenía, pero Joaquín le dijo que nada, que le preocupaba un poco un trabajo, pero que ya lo estaba arreglando.
  El tiempo pasó y Joaquín siguió investigando un poco sobre su papá, se enteró que había sido detenido por años, antes de conocer a su mamá, lo detuvieron injustamente, lo golpearon y le causaron daños en algunos de sus órganos vitales, haciendo que se le desencadenara un problema crónico tiempo después. Su papá salió en libertad varios años después e intentó retomar su vida, sin embargo sufrió mucho, nadie quería contratar a un ex convicto, era señalado en la calle y mal visto por su familia. El tiempo pasó y su papá decidió ir al interior de la república y formar una nueva vida, le fue bien, trabajó como pescador y conoció a su mamá.
  Nunca mencionó lo que había pasado y todo continuó, se casaron, su mamá se embarazó y tuvo a Joaquín. Unos años después falleció por daños en sus órganos los cuales fueron causados por golpes y maltratos que recibió en aquel tiempo que estuvo preso.
  Cuando Joaquín se enteró de todo esto, decidió continuar con su vida y hacerle honor a su padre cada 2 de Octubre, haciendo cosas que hubiera disfrutado al estar con él. Pensó que si, el 2 de Octubre le había quitado la oportunidad de convivir más tiempo con su padre, pero que de cierta forma el hecho de que lo hayan liberado le había dado la vida a él y la oportunidad a su mamá de conocer el amor.
  A sus 19 años, Joaquín decidió visitar el DF y sentía orgullo de poder visitar la plaza de las tres culturas, conocer todo lo que había pasado, pero principalmente, lo que le dio más emoción, era conocer a más personas que honraran a su gente perdida por culpa de ese movimiento, no sabía si llevar veladoras, flores, o ir sin algo para ofrendar, no sabía cómo se actuaba en esos momentos en la gran ciudad. Decidió llevar flores, veladoras, incluso llevaba de más por si alguien no llevaba y se sentía mal al ver que los demás honraban a sus familiares con veladoras o flores. Joaquín había aprendido que era mejor compartir aunque le tocara menos, pero saber que le había servido a alguien más, no solamente a él.
  Joaquín acababa de aprobar el examen para entrar a estudiar medicina, después de saber lo que le había pasado a su papá, y de ver la situación en la que se encontraba su mamá, decidió que si él podía ayudar a que otras personas pasaran más tiempo con su familia, iba a hacerlo.
  El viaje había sido largo y agotador, Joaquín ya había planeado su viaje, ya sabía la ruta del metro que tomar para llegar a Tlatelolco, así que emprendió su ruta. No pudo salir en Tlatelolco porque la estación estaba cerrada, así que salió en la estación La Raza y caminó, pensando que estaría a la vuelta de la esquina. Al llegar se sorprendió de la cantidad de gente que había en la plaza de las tres culturas para honrar a sus familiares. Lo primero que le vino a la mente, fue que había sido algo más fuerte de lo que pensaba.
  Antes de integrarse a la gente, decidió desayunar algo, había un puesto de quesadillas cerca, se sentó y solo contemplaba asombrado lo que había alrededor. La señora de las quesadillas le sonrió y le dijo: “No eres de por aquí ¿Verdad?, “No”, contestó él, “Mi papá fue capturado en ese movimiento, y gracias a que fue liberado, pude nacer yo y convivir unos años con él. Vengo a rendirle un homenaje.”
  La señora lo miro y le dijo: “No joven, mejor regrese a su casa, aquí las cosas no son como usted espera”. ¿Por qué señora? Contestó él. La señora le dijo, “No quiero manchar la imagen que tienes hijo, mejor regresa a tu casa”.
  Joaquín se quedó confundido, pero siguió comiendo. Unos minutos más tarde llegaron un par de jóvenes y se acercaron con la señora. “¡Seño!”, gritaron “¡Póngase con unas quecas pa’ la bandita que trai hambre!” La señora los vio y les dijo “¡A ver cabrones! ¡No les voy a dar ni madres! ¡¿Ven esta pinche cicatriz?!” La señora se levantó un poco la blusa y mostró una cicatriz en el estómago. “¡Esta pinche cicatriz me la hice en el 68! ¡Cuando ustedes no habían ni siquiera nacido! ¡Y de seguro sus papás tampoco cabrones!” Los muchachos se fueron y Joaquín se le quedó viendo a la señora. La señora le dijo, “En serio hijo, regresa a tu casa, este tipo de marchas está hecha por gente que no tiene la menor idea de que fue lo que pasó en esos tiempos, solo se dedican a saquear, mentar madres y robar. A mí me lastimaron en esa época y juro por Dios que daría todo lo que he tenido para poder olvidarlo, me lastimaron con una navaja, perdí a mi hermano, se lo llevaron y nunca lo volví a ver. Todo el dolor que tengo por recordar lo que pasó ese día, en serio daría todo por olvidarlo. Me parece muy valiente de tu parte ver que vienes a honrar a tu padre, se que él estaría muy orgulloso de esto. Y como dices, quizá debo agradecer que hoy tengo hijos, una familia, y que puedo disfrutar todo lo que mi hermano no pudo, pero en serio daría todo lo que tengo por olvidarlo”. Joaquín se quedó pensando, y quedó paralizado al ver a la señora llorando por los malos recuerdos.
  A lo lejos escuchó como los muchachos que anteriormente habían pedido que les dieran de comer, planeaban “chingarle” el dinero a la señora en cuanto se volteara. Joaquín se despidió de la señora, le agradeció su atención y camino hacía donde estaban esos muchachos. Se acercó a ellos y les dijo: “Ustedes hacen algo en contra de la señora y haré que vean su suerte”. Los muchachos le respondieron “No te preocupes mi chavo, no haremos nada”. Siguió caminando y un par de cuadras adelante sintió que algo lo había lastimado. Volteó un poco y vio a uno de los muchachos sonriendo con una navaja en su mano, en ese momento se percató que lo habían atravesado con ella. El muchacho le dijo “Pinche paisano eso te pasa por meterte en cosas que no te importan, ni pedo, te tocó por metiche y ps la neta morro, a la señora ya no le haremos nada porque el que nos va a dar de comer eres tu cabronsito”. El muchacho se acercó, le quitó la cartera y las cosas de valor que traía, mientras los otros muchachos con los que estaba lo pateaban.
  Ellos se fueron gritando “¡El 2 de Octubre no se olvida! ¡El 2 de Octubre no se olvida! ¡El 2 de Octubre no se olvida!” a coro y dejaron a Joaquín tirado desangrándose. Mientras se desangraba, lloraba porque no podía concebir el hecho de que la gente en lugar de honrar a sus seres queridos, usaba ese día para cometer actos vandálicos. Joaquín se quedó así hasta más tarde que llegaron las autoridades a recoger su cuerpo ya tieso. Joaquín pasó de ser una persona de provecho, a ser una estadística más en ese 2 de Octubre que no pueden olvidar las generaciones que no lo vivieron, no fue enterrado porque no fue identificado y en lugar de tener una ceremonia fúnebre, simplemente fue quemado en una fosa común. Su mamá pensó que la había abandonado y falleció a los tres meses de lo sucedido al agravarse su situación debido a la depresión.

*Imagen mostrada para ilustrar relato en página, tomada del Flickr de Eneas.

Relatos de un Asesino Capítulo 2: “Las primeras gotas de sangre”

  Lo siguiente que supe fue que traía un coraje enorme, no supe como había dejado ir una oportunidad doble tan grande, castigar a ese pendejo que me puso un apodo que toda la vida he arrastrado y además de eso probar mis nuevos juguetes. Tenía que hacer algo, tenía que…  tenía que probar y castigar, si, eso es, tenía que probar mis nuevos juguetes, probarme que no era un pendejo del que cualquiera pudiera burlarse, probar que tenía los suficientes huevos como para hacer algo grande por primera vez y si, castigar a todos los que me habían hecho daño. No era nadie para hacerlo, pero eso lo podía cambiar solamente yo.
  Caminé por horas intentando planear quien sería mi primer víctima, pensando en las técnicas que usaría, pensando en todo lo que debía hacer. Después de una horas, decidí sentarme, y saqué el paquete en el que venía mi nuevo juguetito. Después de mirarlo por mucho tiempo decidí abrirlo. Decidí no sacar nada más que el instructivo, ya que por obvias razones el sacar algo de este paquete, podía estar cometiendo algún tipo de delito.
  Me pasé horas leyendo el instructivo de uso de mi nuevo juguete, analicé todo lo que decía, aprendí el cuidado, cada cuando debían afilarse los instrumentos, como limpiarlos después de cortar carne fresca, como agarrar cada pieza para impactar con más fuerza, etc. Después de leer todo esto, decidí que debía practicar antes de empezar a usar mis juguetes nuevos. No fue fácil, pasé varias semanas tratando de buscar el lugar perfecto para practicar, Intenté como carnicero, pero no era el tipo de juguete que tenía, además de que no me sentía muy veloz al agarrar ese tipo de cuchillos. Mi siguiente intento fue como cocinero, fue mucho picar y cortar en cuadros o trozos pequeños. Fue bueno, pero no fue lo que quería, necesitaba algo que me pidiera fuerza, algo donde pudiera aprender a usar mis juguetes nuevos y definitivamente estos no eran los lugares.
  Después de meditar un poco dudando sobre si debería seguir o no con la idea de venganza dentro de mí, un amigo llegó pidiéndome ayuda, al parecer en su lugar de trabajo necesitaban alguien que les ayudara, no tenía nada que hacer, así que ni siquiera pregunté de que se trataba y acepté, solo me dijo que estuviera listo, que pasaría por mí en cuanto saliera el Sol y que llevara ropa que pudiera ensuciar y no me importara tirar después.
  El sol salió y yo ya estaba listo, decidí llevar una pequeña navaja conmigo por si se presentaba alguien que me hiciera sacarla o algún fantasma del pasado. Luis, mi amigo, llegó por mí, en cuanto salió el sol. Nunca le pregunté a donde nos dirigíamos, subimos a un camión, nos bajamos después de una hora de recorrido. Nunca había estado por esos lugares, era una especie de zona industrial, se notaba que las personas que vivían cerca eran de bajos recursos y muchos de ellos trabajan en la fábricas del lugar. Después de caminar un poco entre varias calles que perdían siempre su forma en algún momento, llegamos a una bodega.
  Al llegar, Luis tocó la puerta, se asomó alguien por una pequeña rejilla y solo al verlo abrió la puerta, cuando me vio le preguntó – “¿Es este el muchacho que viene a ayudar? – Luis simplemente asentó con la cabeza. - “Espero que esta vez sea el tipo de persona que necesitamos, la última que trajiste soportó solo un par de  minutos dentro y después salió gritando y vomitando. “ – El sujeto con aire de mal viviente se me quedó viendo y me señaló un cuarto. Inmediatamente dijo: – “Allí te pones el uniforme, después de eso sigue a tu amigo, ah, por cierto, cualquier cosa que traigas debes dejarla en su locker, a menos que sean herramientas. ¿Entendido? “ -  Asenté con la cabeza y avancé.
  Después de ponerme el uniforme, el cual era un babero enorme, dejé mi mochila en el locker de mi amigo y caminé tras él. Nos detuvimos enfrente de una puerta y me dijo: - “Pepe, te voy a pedir de favor que al abrir esa puerta, si no te gusta lo que ves, por favor al menos termina el día, de esto depende mi trabajo, ¿Crees poder hacerlo? Eres uno de los pocos amigos que tengo y no te lo pediría si no necesitara realmente de tu ayuda.” – Asenté con la cabeza y le dije: – “ Sabes que puedes confiar en mí. “ -
  Luis avanzó y abrió la puerta, me señaló una pequeña navaja, la tomé y avanzamos. Estábamos caminando entre animales, vacas, cerdos, toros. Había muchos, era como un criadero. Seguimos caminando y llegamos a otra puerta, la cruzamos y el criadero se transformó en un rastro. Por un momento quedé en shock, no lo podía creer, miraba a todos lados y había gente matando animales. Animales que en un momento ponían resistencia. Nunca lo pedí, nunca lo pensé, sin embargo estaba enfrente de algo que llevaba meses buscando y había llegado a mí sin siquiera pedirlo. A veces pienso que quizá derramé un par de lágrimas por eso.
  Luis me hizo una seña para ir con él y me dijo, - “Puedo entender si no quieres regresar después del día de hoy, te tocará matar un par de reces hoy, debes tener cuidado, no es fácil y con la resistencia que ponen, seguro se te dificultará un poco. Quédate conmigo y trata de aprender un par de cosas de las que veas que hago.”- Me quedé con él y después de ver como mató a dos reces, decidí que la siguiente era mía. Lo quité de su asiento y lo hice.
Sabía que hacerlo estando parado no era lo más recomendable, sin embargo lo hice, atravesé al animal con la navaja que me habían dado, había notado los puntos en los que cortaba mi amigo, hice esos cortes y un par más, era hermoso lo que sentía, la navaja resbalaba como si fuera mantequilla, la resistencia que oponían era muy fuerte, sin embargo era algo que me ayudaba a disfrutar lo que hacía. Esa sensación de poder no la había sentido nunca, era muy fuerte, nada de lo que había vivido antes de ese momento me había hecho sentir tan vivo. Terminé con mi primer res y decidí salir a fumar un cigarro, medio limpié mis manos en el babero y salí a fumar, al terminar me di cuenta que era el lugar que estaba buscando, no necesitaba nada más, allí podía ejercitar mi fuerza e ir aprendiendo como matar de un solo navajazo, así como aprender la mejor forma para torturar a un ser vivo, a fin de cuentas los nervios de una res quizá no están acomodados tan distinto en un humano. Decidí regresar, camino a mi lugar de trabajo, me di cuenta que había dejado un pequeño rastro de sangre en donde había fumado. Verla encendió mi mirada y me hizo sonreír.
  Al final del día, todo fue genial, terminé matando siete reces y cada que me acercaban una, buscaba formas distintas de matarlas, y cada vez la satisfacción que obtenía era mayor. Fue la primera vez que derramé sangre matando algo, y me di cuenta de algo, mi entrenamiento había empezado.


*Ilustración web tomada del Flickr de De todos los colores.

Nosotros los mexicanos

El día de hoy, alrededor de la media noche un amigo de Mazatlán me mando un link a un video de YouTube. El video comparte ideas bastante parecidas a mi forma de ver las cosas. Comparto el video con ustedes no para que cambien su forma de pensar ni para que lo analicen, simplemente para que lo vean.